¿Alguna vez os habéis parado a ver los créditos al final de una película aún sabiendo que no habrá sorpresa después de ellos? Es una lista interminable y aburrida de nombres y cargos y, seamos sinceros, sólo consideraríamos pararnos a leerla para darnos aires de interesantes y entendidos y quedar de cine, nunca mejor dicho, con nuestro/a acompañante.
Sin embargo, rodar una película puede ser el caos. Imaginaos, durante un corto período de tiempo, con un presupuesto limitado, un grupo enorme de personas de diferentes áreas de trabajo, cada uno con sus propios egos, se reúne para sacar adelante un proyecto artístico que puede triunfar, o no. Por eso, al rodar una película tiene que existir una organización en línea jerarquizada, algo así como en el ejército, eso, o los rodajes aparecerían muy a menudo en las páginas de sucesos.
Por departamentos y, muy resumidamente, la cosa se organiza más o menos así:
DEPARTAMENTO DE DIRECCIÓN
DIRECTOR-REALIZADOR: Emplaza la cámara, dirige a los actores, supervisa el montaje y la puesta en escena. Además, elige al equipo artístico junto con el productor y el director de reparto
1º AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Es el que guía el rodaje, lo empuja y soluciona problemas.
SCRIPT (SECRETARIO DE RODAJE): Es el responsable del raccord (o dicho de otra manera, que si un personaje tiene una mancha en la camisa en un plano, en el siguiente no aparezca reluciente como en un anuncio de detergente). También rehace el guión y cronometra. Este es un trabajo no apto para desastres.
2º AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Tiene una labor administrativa, por ejemplo, facilita los guiones.
DIRECTOR DE REPARTO O DE CASTING: Conoce el mercado actoral, los cachés y los agentes. Existe una gran controversia sobre la importancia de este oficio que queda en la sombra. La persona considerada como la primera directora de casting fue Marion Dougherty, que descubrió a futuras estrellas como Warren Beatty, James Dean, Peter Fonda, Martin Sheen... Un documental muy interesante sobre este tema es Casting By de Tom Donahue.
DEPARTAMENTO DE PRODUCCIÓN
DIRECTOR DE PRODUCCIÓN: Responsable del control económico, es el que elabora el presupuesto.
JEFE DE PRODUCCIÓN: Se relaciona con el Ayudante de Dirección, es el encargado del futuro inmediato del proyecto.
AYUDANTE DE PRODUCCIÓN: El pobrecillo/a suele llegar el primero y se va el último, se encarga de permisos, infraestructuras, órdenes...
LOCATION MANAGER: Especialista en localizaciones, los lugares para ubicar la acción.
DEPARTAMENTO DE FOTOGRAFÍA
DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Opera con la luz, es el responsable de la calidad de la imagen. Decide los objetivos o supervisa el etalonaje o, lo que es lo mismo, el igualado de luces entre escenas.
2º OPERADOR/CAMERAMAN: Lleva la cámara, es el responsable de los encuadres. Colabora con el maquinista para controlar cada movimiento.
AYUDANTE DE CÁMARA/FOQUISTA: Responsable del foco, en ausencia del director de fotografía, es la persona más idónea para sustituirle.
AUXILIAR: Carga y descaga los chasis, etiqueta el material y lo transporta.
FOTO-FIJA: Fotógrafo al uso que se encarga del material que se usará para publicidad.
DEPARTAMENTO DE ESCENOGRAFÍA
DIRECTOR DE ARTE: O Production Designer, no confundir con los productores a pesar del nombre. Se encarga del diseño de todo lo que aparece en escena: decorados, mobiliario...
DEPARTAMENTO DE SONIDO
JEFE DE SONIDO: Se encarga de que los diálogos se oigan y da su opinión después de cada toma, es el responsable del sonido directo, decide de qué manera y dónde ubicar los micrófonos.
DEPARTAMENTO DE CARACTERIZACIÓN
MAQUILLADOR: Debe tener conocimientos para realizar técnicas especiales como heridas, sangre, desfigurar a un actor...
PELUQUERO: Peina o despeina, según necesite la acción, y se encarga de las pelucas.
DEPARTAMENTO DE VESTUARIO
FIGURINISTA: Diseña los trajes.
SASTRE: Mantiene el raccord de vestuario, toma medidas y ajusta los trajes a los actores.
DEPARTAMENTO DE MONTAJE
MONTADOR: Es el encargado de coger todos los pequeños trocitos ya rodados para convertirlos en un todo con sentido, además, debe tener un gran sentido del ritmo (audiovisual, claro, no nos referimos a sus caderas)
DEPARTAMENTO DE ELECTRICISTAS Y MAQUINISTAS
JEFE DE ELECTRICISTAS (GAFFER): Evidentemente debe tener conocimientos de electricidad, interpreta las órdenes del Director de Fotografía.
ELECTRICISTAS: Colocan los aparatos de iluminación y el sumistro.
MAQUINISTAS: Se encargan de la maquinaria de rodaje: travelling, grúas, carros, etc. Instalan, operan y mantienen los equipamientos. Además, son importantes a la hora de calibrar los movimientos de cámara.
En definitiva, para hacer una película media necesitaríamos un equipo mínimo de entre 30 y 40 personas. Además, tened en cuenta que no hemos incluido al equipo de actores, la plantilla básica de las empresas productoras (secretarios, contables...) ni tampoco nos hemos detenido en las labores de los auxiliares, los meritorios o los runners, que, como su propio nombre indica se dedican a correr de un lado para otro haciendo recados (algo así como los becarios de la industria del cine). Así que la próxima vez que vayáis al cine y deis un sorbo al refresco para que no se os atraganten la palomitas, brindad a la salud del equipo.
Por mucho que nos pese y por muy orginales que nos creamos, generalmente todos respondemos ante ciertas etiquetas que nos definen. Eso sí, lo que podemos cambiar es la forma de explicar esos perfiles en los que encajamos. Nosotros hemos optado por desarrollar una tipología... algo diferente.
Empezamos con las féminas. Estos siete personajes de Juego de Tronos dicen mucho de ellas y de su carácter, especialmente en sus relaciones con el género masculino. Estáis a tan sólo un click de descubrir cuál es tu (su) personaje (con todo lo que ello implica).
Ahora bien, ¿quién eres tú?
PD: próximamente, tipos de hombres según Star Wars.
¡Parecía tan apetecible! Siendo así no pudo hacer otra cosa que acercarse y acercarse hasta acabar perdiéndose en aquella maraña de pétalos. Podía parecer un camino tortuoso, pero lo cierto es que le divertía aquel laberinto, siempre descubriendo nuevos caminos, siempre imaginando encontrarse con el minotauro en cualquier momento...
Poco imaginaba que nunca encontraría a la legendaria criatura mitológica, tan sólo encontraría, aunque sea poco frecuente en los laberintos, la salida: un tortuoso tallo lleno de espinas.
Por Caroline Timm, arquitecta.
Pensemos en el gesto que hacemos con las manos para cubrirnos de la lluvia, pues bien, probablemente ese mismo fue el que hicieron nuestros antepasados para sentir un techo sobre sus cabezas. De ese gesto inicial de humilde cobijo nace la arquitectura. Ese principio tan lejano nos recuerda nuestra estrecha conexión con la naturaleza.
Una vez había obtenido un refugio para sí, el hombre sintió la necesidad de la construcción de un abrigo para los dioses y, conforme avanzaba la organización de las civilizaciones, fueron los locales para las funciones de las ciudades los que requerían también una construcción propia. La sofisticación del pensamiento de la sociedad producía desarrollos técnicos que acabaron convirtiendo las construcciones en más resistentes, más funcionales y también, más bellas.
Las primeras construcciones guardaban un vínculo con el ambiente natural en el que se hallaban. Esto era debido a que los materiales empleados eran aquellos que se encontraban disponibles en el lugar de asentamiento. Ejemplo de esto es el barro, utilizado en el tapial o moldeado y secado al sol para obtener ladrillos de adobe. La relación con el medio natural se daba también por la implantación de cada construcción en el paisaje, estableciendo una relación única entre la arquitectura y su lugar, casi una poesía, donde la construcción brotaba de su asentamiento dialogando con el paisaje.
Actualmente estamos inmersos en la era de las relaciones globales, instantáneas y virtuales. Y la arquitectura no iba a ser diferente. Las construcciones son ejecutadas rápidamente, con técnicas y materiales pre moldeados, producidos y transportados fácilmente desde y hasta cualquier sitio. Como si se tratara de las piezas de un Lego, son montados a una velocidad increíble en cualquier gran metrópoli.
Los progresos son muchos y hasta hace poco tiempo, impensables. El software posibilita precisión de dibujo, de cálculo estructural, de visualizar el objeto construido, etc., y a la vuelta de la esquina nos queda por explorar las enormes posibilidades que nos ofrece la impresión 3D.
Si reflexionamos sobre la condición de nuestra sociedad actual, nos preguntamos cómo evolucionará ésta y si será sostenible. En ese sentido nos podemos preguntar: ¿a dónde camina la arquitectura? Y sobre todo, ¿qué nuevas necesidades nos presentará el futuro para tener que construir?
La producción audiovisual es sólo una parte de los trabajos que hemos realizado en el ámbito de la comunicación. Sigue los enlaces para ver nuestras soluciones gráficas, ilustraciones y marketing digital.
Trabajos de producción de vídeo:
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• Grabación y edición de reportajes audiovisuales y eventos en directo
• Videoclips
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• Carteles
• Tarjetas de visita
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Cartel de fiestas
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Una imagen vale más que mil palabras, qué mejor que un cartel o una ilustración.
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Y como en Lampyridae no podemos parar de crear, estas son algunas de nuestras mejores propuestas para carteles, incluyendo el que fue finalista en la Feria del Lúpulo y la Cerveza de Carrizo de 2016 (León)
En fechas especiales merece la pena parar un momento para homenajear a aquellos que nos han permitido llegar hasta aquí y para pensar en lo que todavía podemos conseguir. Porque sin Bogart, Cervantes o Einstein, nada sería igual.
Lo reconocemos, somos fans de Star Wars y Juego de Tronos:
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Tras la irrupción del cine de terror, fueron muchos los autores como ya vimos en la entrega anterior, que asentaron los pilares del género hasta llegar los años en los que más evolucionaría y de los que más títulos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pasar miedo viendo una película.
En la década de los 60 triunfó la escuela italiana con películas como Terror en el espacio (Mario Bava, 1965), la cual provocó que a Ridley Scott se le encendiera la bombilla y comenzara a idear Alien. Y antes de llegar a unos años 70 cargados de grandes producciones (cling, cling, caja), las pantallas se iluminan con obras maestras que llegan de la mano de Alfred Hitchcock (Psicosis -1960-, o Los pájaros -1963- ) o de Roman Polanski (La semilla del diablo –1968- ), y que se convierten en éxitos mundiales y serán los prolegómenos de otras grandes como Tiburón (Spielberg, 1975) o El exorcista (Friedkin, 1973).
Estos son también años importantes para el sobresalto patrio. Destaca el gran maestro del terror psicológico, Narciso Ibáñez Serrador, que se dedicó a acongojar (por no decir otra cosa) a la población española con sus Historias para no dormir desde 1964 a 1982 y dirigió La Residencia (1969) y ¿Quién pude matar a un niño? (1976).
En estos años el cine de terror comienza a despertar en el público el morboso interés por asesinatos en serie, sectas satánicas o posesiones y la violencia se agudiza. Aparecen esos títulos que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pelis de miedo tales como La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1974) o La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974).
También comienza a explotarse en estos años la figura más terrorífica de todas cuando se une al comportamiento demoníaco: la del niño. Porque, ¿quién no ha conocido alguna vez a un niño que está poseído o al menos, parece estarlo? Quien recuerde la sonrisilla final del chiquillo de La Profecía (Richard Donner, 1976), nos dará la razón. Y sólo hacen falta dos palabras para cerrar este tema y acabar con los escalofríos que produce: El Exorcista (William Friedkin, 1973)
¿Y qué ha pasado en los últimos tiempos? La aparición de más superproducciones, además de festivales exclusivos como Sitges o Avoriaz, hace que los 80 y los 90 vuelvan a convertirse en una edad de oro para el cine de terror. La producción de estos años se encuentra en torno a temas y motivos fácilmente identificables.
Además de la amplia producción hollywoodiense destaca la producción de Hong-Kong en lo que a cine de extrema violencia y sangre se refiere. Destacan títulos como Viernes 13 (Sean S. Cunnighan, 1980), Cumpleaños mortal (J. Lee Thompson 1981) o Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984).
En terror psicológico también se producen obras maestras en las que el protagonista es el asesino, las historias de psicópatas muestran el interior del personaje, produciéndose introspecciones en el villano. Y es que pocas cosas provocan más miedo que ver un interior oscuro. Destacan El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y El silencio de los corderos (Jonathan Benme, 1990)
Mención aparte merece Stephen King, el autor de numerosos títulos del género en su vertiente literaria, y cuyas obras han propiciado un gran número de adaptaciones además de El resplandor: Salem’s Lot (Tobe Hooper, 1979), Carrie (Brian de Palma, 1976) o Los chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984).
Más recientemente, el terror oriental ha dejado títulos importantes como Ringu (Hideo Nakata, 1998), la película original que inspiró la archifamosa The Ring (Gore Verbinski, 2002). En España hemos disfrutado de la saga Rec de Jaume Balagueró, que comenzó en 2007, año también de Los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo, recuperando este género que había sido un tanto abandonado por la producción nacional.
Si bien es cierto, el cine de terror tiene cuerda para largo. Aunque la línea entre dar miedo y dar risa es más fina de lo que pudiera parecer, ahí reside la gran responsabilidad de este género. Despertar los pensamientos colectivos más espeluznantes, avivarlos de la mano de personajes icónicos y atmósferas opresivas y convertir la experiencia del horror en un placer exquisito es una habilidad que pocos tienen y de la que, reconozcámoslo, sólo unos elegidos son capaces de disfrutar. Y para los que aún son reticentes, sólo un consejo: mirad debajo de la cama, meteos debajo de la manta y recordad, es sólo una película.
“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”
(Lovecraft, 1989).
Tras la irrupción del cine de terror, fueron muchos los autores como ya vimos en la entrega anterior, que asentaron los pilares del género hasta llegar los años en los que más evolucionaría y de los que más títulos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pasar miedo viendo una película.
En la década de los 60 triunfó la escuela italiana con películas como Terror en el espacio (Mario Bava, 1965), la cual provocó que a Riddley Scott se le encendiera la bombilla y comenzara a idear Alien. Y antes de llegar a unos años 70 cargados de grandes producciones (cling, cling, caja), las pantallas se iluminan con obras maestras que llegan de la mano de Alfred Hitchcock (Psicosis -1960-, o Los pájaros -1963- ) o de Roman Polanski (La semilla del diablo –1968- ), y que se convierten en éxitos mundiales y serán los prolegómenos de otras grandes como Tiburón (Spielberg, 1975) o El exorcista (Friedkin, 1973).
Estos son también años importantes para el sobresalto patrio. Destaca el gran maestro del terror psicológico, Narciso Ibáñez Serrador, que se dedicó a acongojar (por no decir otra cosa) a la población española con sus Historias para no dormir desde 1964 a 1982 y dirigió La Residencia (1969) y ¿Quién pude matar a un niño? (1976).
IMAGEN LA RESIDENCIA
El cine de terror es otro de esos géneros que, sin duda, no dejan impasible a nadie: o lo amas, o lo odias. Sin embargo, incluso aunque saltes en la butaca y te tapes ojos y oídos para no ver cómo destripan al amigo del protagonista, seguramente sientas esa especie miedo y atracción por el Hannibal Lecter de turno o hacia el inconfundible ambiente de agobio de la habitación de la niña de El Exorcista.
El cine de terror es un género cinematográfico caracterizado por su intento de provocar en el espectador sensaciones de miedo, disgusto y horror (obviamente). Y es que somos unos morbosos. Pavor y éxtasis están muy íntimamente relacionados y ése es el atractivo que este género heredó de la literatura gótica: nos produce cierto placer o al menos curiosidad todo lo que rodee a la locura, lo sobrenatural y lo desquiciante, por eso sus argumentos frecuentemente envuelven la intrusión de alguna fuerza, un evento o personaje malignos, muchas veces de origen sobrenatural o con problemas psiquiátricos.
Sin embargo, existen numerosos ejemplos de películas que, pese a estar envueltos en el arquetipo de un determinado género, su puesta en escena nos traslada hacia otro. Por ejemplo, una película como Alien (Ridley Scott 1979), se considera, en lo que a su estructura se refiere, como una película de ciencia ficción. Es lógico ¿no? Las naves espaciales, los extraterrestres… pero si lo observamos desde otra perspectiva, vemos como esta película también puede adscribirse al género de terror: hay un monstruo asesino, una puesta en escena que nos remite a una estética gótica… Es una lucha entre la puesta en escena y la estructura arquetípica.
Vamos a hacer un rápido repaso a la historia de un género que tuvo unos inicios muy distintos en Europa y América. ¿La diferencia? La I Guerra Mundial. El terror europeo está marcado por el expresionismo alemán y las inquietudes sociopolíticas de la época, ¿quién necesita imaginar monstruos teniendo un continente a punto de ser devastado? Mientras tanto, los americanos se alejan de la metáfora y se decantan por el espectáculo, por el monstruo que no puede cambiar.
La primera gran época del cine de terror será en Estados Unidos en los años 30 con los estudios Universal al frente. El ambiente angustioso tras el crack del 29 ayudaba mucho, la verdad. Aparecen autores que empezaron por dotar al medio de una gran fantasía y un tono poético. A los fanáticos de este género, el nombre de Tod Browning les hará soltar un “oh yeah, baby”, para los demás basta decir que tal vez fue mejor realizador del cine de terror de esta época. Algunos de sus trabajos más destacados son La parada de los monstruos (Freaks, 1932) o Drácula (1931), el papel que tanto marcó a su protagonista, Bela Lugosi como para dejar escrito en su testamento que quería ser incinerado vestido como el Conde con los caninos más afilados de la historia.
Y claro, si nombramos a Drácula, no podíamos pasar por alto a Frankenstein. Fue James Whale, el otro gran nombre de esta época, quien con un estilo muy influenciado por el teatro y la pintura, cogió en 1933 un cerebro y se lo trasplantó a un hombre con tornillos en el cuello.
En los años 40, la Universal dice que eso de pasar miedo no mola y le cuelga al cine de terror la etiqueta de películas de clase B, lo que significa bajar su aportación al mismo. Se producen algunos títulos de interés como Black Friday (Arthur Lubin, 1940) o El hombre-lobo (George Woggner, 1941).
En este periodo de transición en el que el género pierde la fuerte personalidad de la época anterior, se inicia la unión del cine de terror con el suspense, con ejemplos como Jack el destripador (Brahm, 1944).
Pese a todo esto, destaca un gran autor en esta época: Jacques Tourneur. Otorgó a este tipo de cine de elegancia y fascinación, además de hacer gala de la capacidad de inquietar a través de las imágenes. Destacan entre su filmografía algunas películas como La mujer pantera (1942) o Yo anduve con un zombie (1943) donde crea una atmósfera característica y la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos desaparece.
Los años 50 comienzan de capa caída: el eco de los grandes autores pasados se ha desvanecido y aún no ha llegado un relevo. Se realizan algunas películas más próximas al género de ciencia ficción que al terror hasta que llega una productora audaz y que renueva de forma profunda y brillante el género con títulos como El experimento del Doctor Quatermass (Val Guest, 1955), y los remakes de éxitos de Terence Fisher como Drácula (1958) o La momia (1959). Hablamos de La Hammer.
Fue así, con unos cuantos chispazos de brillo como el género de terror llegó a los 60, años en los que se producirán obras maestras y de los que se partirá hasta evolucionar en nuevas temáticas y formas de plasmar éstas en la pantalla. Como siempre agradecemos todo lo aprendido en las clases de Historia y Géneros Cinematográficos de la Universidad Complutense que elevaron nuestro amor por el Séptimo Arte a otro nivel. Más en "Susto o Muerte II".