Os decíamos en la anterior entrega que el cartel de una película nos puede dar muchas pistas sobre ella. Todos hemos tratado alguna vez de imaginar algo sobre la historia cuando hemos visto estos pósters XXL a las puertas de una sala de cine.
En los tiempos de los teaser, los trailers ofciales, los tráilers extendidos y un sin fin de promociones previas a los estrenos, nosotros seguimos teniendo especial aprecio por los carteles. Haciendo esta compilación de muestras alternativas nos hemos dado cuenta de que hay tantas visiones como artistas y que, a veces, en tan solo una imagen se puede encerrar todo un guión cinematográfico.
Después del primer repaso a los carteles de las nominadas a los Oscars de este año vamos con las cinco últimas candidatas: The Irishman, Once Upon a Time in... Hollywood, Joker, Jojo Rabbit y 1917.
El cartel de una película pueden darnos mucha información sobre ella, desde la meramente objetiva (título, equipo artístico y técnico, fecha de estreno, etc.) hasta la que nos permite imaginar o tratar de descifrar sobre qué tratará la historia.
En apenas una imagen las productoras tratan de captar nuestra atención y ejercer su poder de persuasión para ser un reclamo más. No sabemos hasta qué punto esto nos hace decantarnos por ver la película en cuestión pero, desde luego, los carteles son un elemento más de la imagen e identidad de una obra.
En esta primera entrada nos quedamos con cuatro de las candidatas: Pararsite, Ford v. Ferrari, Marriage Story y Little Women.
Cuando tuvimos la lista de las nominadas a mejor película de los Oscars de este año repasamos uno a uno sus carteles y vimos la gran diversidad entre ellos. Luego pensamos ¿qué otras opciones podría haber? Investigando un poco encontramos que son muchos los artistas (y fans) que dan rienda suelta a su imaginación y optan por crear su propio cartel. Gracias a Webs especializadas en cine (como IMDB o Filmaffinity) y a Webs de portfolios como Behance, entre otras, hemos sido capaces de elaborar estas galerías en las que, como veréis, podemos encontrar diferentes visiones de una misma historia, muchas de las cuales son auténticas maravillas.
¡Atención! Y no os perdáis la segunda parte.
descarga!
Ya estamos en pleno verano y aunque esto pasa rápido aún nos quedan unas semanas a tope de sol y playa, piscina, cerveza fresquita, fiestas, viajes, helados... y muchas otras cosas que nos encantan. En Lampyridae ya os hemos deleitado con nuestras cosas favoritas del verano en forma de gifs en nuestro Instagram, que, por cierto, si no seguís ya ¿a qué estáis esperando?
Ahora lo hemos resumido todo en forma de vídeo para compartirlo con vosotros, porque sabemos que el verano pasa deprisa, demasiado deprisa, y antes de que nos demos cuenta ya estamos sacando de nuevo las bufandas y los abrigos. Pero para eso todavía queda mucho, muchísimo, y lo que toca ahora es salir de las madrigueras, empezar a disfrutar del calor y ¡no os olvidéis de nuestro vídeo!
Cartera. Llaves. Móvil. Perfecto, puedo ir al fin del mundo. Este es el repaso mental que hacemos cuando salimos de casa (no siempre en este orden). Y es que el teléfono móvil se ha convertido en parte de nuestras vidas de una manera tal que casi es imposible distinguir dónde acaba nuestra mano y empieza nuestro terminal. Pero los móviles multitarea que conocemos hoy y que entran en el bolsillo de prácticamente cualquier pantalón (porque los fabricantes de ropa siguen sin querer diseñar pantalones de mujer en los que entre algo más que una moneda de 10 céntimos), tuvieron un pasado bien diferente.
Hoy nos detenemos a observar la evolución física de los teléfonos móviles y cómo no, las diferentes prestaciones para los que lo hemos utilizado. Porque ¿quién no recuerda aquello de "hacer llamadas perdidas" como forma de saludo habitual o las largas conversaciones vía SMS? A los teléfonos de la actualidad les falta poco más que incorporar la función microondas pero todos, incluso la tecnología, tenemos un pasado.
Por Caroline Timm, arquitecta.
Pensemos en el gesto que hacemos con las manos para cubrirnos de la lluvia, pues bien, probablemente ese mismo fue el que hicieron nuestros antepasados para sentir un techo sobre sus cabezas. De ese gesto inicial de humilde cobijo nace la arquitectura. Ese principio tan lejano nos recuerda nuestra estrecha conexión con la naturaleza.
Una vez había obtenido un refugio para sí, el hombre sintió la necesidad de la construcción de un abrigo para los dioses y, conforme avanzaba la organización de las civilizaciones, fueron los locales para las funciones de las ciudades los que requerían también una construcción propia. La sofisticación del pensamiento de la sociedad producía desarrollos técnicos que acabaron convirtiendo las construcciones en más resistentes, más funcionales y también, más bellas.
Las primeras construcciones guardaban un vínculo con el ambiente natural en el que se hallaban. Esto era debido a que los materiales empleados eran aquellos que se encontraban disponibles en el lugar de asentamiento. Ejemplo de esto es el barro, utilizado en el tapial o moldeado y secado al sol para obtener ladrillos de adobe. La relación con el medio natural se daba también por la implantación de cada construcción en el paisaje, estableciendo una relación única entre la arquitectura y su lugar, casi una poesía, donde la construcción brotaba de su asentamiento dialogando con el paisaje.
Actualmente estamos inmersos en la era de las relaciones globales, instantáneas y virtuales. Y la arquitectura no iba a ser diferente. Las construcciones son ejecutadas rápidamente, con técnicas y materiales pre moldeados, producidos y transportados fácilmente desde y hasta cualquier sitio. Como si se tratara de las piezas de un Lego, son montados a una velocidad increíble en cualquier gran metrópoli.
Los progresos son muchos y hasta hace poco tiempo, impensables. El software posibilita precisión de dibujo, de cálculo estructural, de visualizar el objeto construido, etc., y a la vuelta de la esquina nos queda por explorar las enormes posibilidades que nos ofrece la impresión 3D.
Si reflexionamos sobre la condición de nuestra sociedad actual, nos preguntamos cómo evolucionará ésta y si será sostenible. En ese sentido nos podemos preguntar: ¿a dónde camina la arquitectura? Y sobre todo, ¿qué nuevas necesidades nos presentará el futuro para tener que construir?
La mayor parte de los días de nuestra vida, los pasamos en medio de rutinas: estudios, trabajo, familia, amigos… En el fondo, soy muy pocos los momentos en los que de repente, algo cambia y nos saca de esa espiral. Y algunos de esos momentos, son aquellos en los que nos miramos y sabemos que necesitamos un cambio, o aquellos en los que por fin nos decidimos dar el paso que siempre nos había dado miedo dar o esos otros en los que nos lanzamos a empezar lo que siempre habíamos querido hacer. Y tras pensarlo mucho, tras valorar pros y contras, tras convencernos a nosotros mismos de que somos capaces y de que merecerá la pena, nos preparamos, y de repente…