El trabajo de producción audiovisual funciona un poco como lo haría una cocina. Todo debe estar planeado, organizado, jerarquizado y limpio. Aquí os dejamos unos pequeños consejos para que la receta de vuestros vídeos sea un éxito.
Vamos a nuestra tienda de confianza con unas cuantas cosas en la cabeza.
Empezamos con una idea. Una necesidad. Queremos un vídeo para conectar con nuestras seguidoras o seguidores, informar a la clientela o recordarles que seguimos ahí ofreciendo el mejor de nuestros servicios. Para eso tenemos que elaborar un briefing o un informe que resulte en nuestra campaña. Algo así como la descripción de nuestra receta ¿se trata de la comida principal de una cena formal con 5 platos? ¿de una tarta de cumpleaños infantil? ¿de un bocadillo? No afrontaremos ninguna de estas comilonas de la misma manera. ¿Os imagináis si tratamos el cumpleaños como si de un banquete de gala se tratara? Posiblemente sería un desastre total con un montón de niños aburridos. Lo mismo sucede con un vídeo. Una vez que conocemos nuestro presupuesto, debemos ajustar nuestro mensaje al público, a su lenguaje y a los canales de comunicación que más emplea.
Antes de empezar a cocinar tenemos que comprobar que el horno funciona.
Una vez que tenemos muy claro este paso pasamos a la preproducción. Es el momento de elaborar el guion literario, nuestro texto detallado de situaciones descripciones y diálogos, que será traducido al guion técnico – el documento que desglosa los planos y las necesidades de actores, acción, músicas, sonidos , etc de cada uno-. Para visualizar mejor la pequeña (o gran) historia que cuenta nuestro vídeo es muy recomendable apoyarnos en el storyboard o guion gráfico, que narra la historia a modo de viñetas. Es un documento muy importante a la hora de comunicar al resto del equipo lo que tenemos en mente.
Esto no es todo, más allá de la parte creativa, está la puramente organizativa: debemos conocer nuestros lugares de grabación, pedir los permisos que sean pertinentes, alquilar los equipos necesarios, coordinar a los miembros del equipo para las futuras jornadas de grabación, buscar a los actores si los necesitamos... Siguiendo con nuestra metáfora de la cocina, debemos conseguir los ingredientes, los utensilios y electrodomésticos necesarios antes de empezar a trabajar ¿os imagináis que a mitad de la receta de la sopa navideña os habéis quedado sin pescado y la vitrocerámica deja de funcionar? Es importante intentar planificar el trabajo futuro con el objetivo de que no haya imprevistos (como la palabra indica: hechos que no han sido previstos) y tal solo imponderables, aquellos que no se pueden evitar.
Nos ponemos manos a “la masa”.
Preparados o no, siempre llega el momento de la verdad: los días de rodaje o grabación. O como, decíamos antes, la hora de ponerse manos a la masa. Cada miembro del equipo debe conocer su función y todos trabajan junto y coordinados para lograr el plato perfecto. No debemos dejarnos llevar por el caos. Es muy importante ser organizado, hacer anotaciones, revisiones y asegurarnos de que tenemos todo el material grabado necesario. No queremos olvidarnos de ponerle sal a nuestro plato mientras evitamos que se nos queme la guarnición.
Comemos por los ojos. El emplatado.
Y después de la tormenta llega la calma. O no. Tras el volcado de imágenes toca armar el puzle. Editar las imágenes significa unirlas unas a otras de modo que armemos nuestra historia de modo que tenga sentido y transmita un mensaje. En este punto del proceso se añaden efectos, sonidos, músicas... Es el momento del emplatado y el resultado debe ser atractivo, apetecible, organizado, limpio. Finalmente, exportamos para publicación, es decir, nuestro menú sale de la cocina y llega a la mesa.
El momento de la verdad. Servimos la mesa.
Pero el trabajo no termina aquí. Cómo sirvamos a nuestros comensales es tan importante como el plato en sí mismo. Nadie sirve una cena de gala en platos desechables. Debemos seguir una estrategia que seguramente ya hemos definido en nuestro informe inicial. También es importante evaluar los resultados, la respuesta del público, es decir ¿se han quedado con buen sabor de boca los convidados? ¿han felicitado al o la chef? ¿recomendarán la experiencia? Este momento también es una oportunidad de mejora, de solución de problemas o de visualización de acciones futuras. Al fin y al cabo, a veces lo mejor de una comida es la sobremesa.
Y quién sabe, si hemos tenido éxito ¡tal vez debamos abrir un restaurante!
Estamos rodeados de colores. Podría decirse que vivimos en medio de un enorme arcoíris aunque no seamos conscientes de ello. Si atendemos a las explicaciones meramente físicas y biológicas, los colores no son más que diferentes longitudes de onda que nuestro cerebro interpreta.
Los colores cálidos del espectro son enfocados antes de la retina, por eso producen la sensación de acercarse. Este efecto centrípeto centra la atención y provoca excitación. En cambio, los colores fríos del espectro, tales como el azul, se enfocan detrás de la retina y trasmiten una sensación de lejanía o efecto centrífugo que induce tranquilidad.
Más allá de estas características objetivas, la interpretación de los colores y los sentimientos frente a ellos son fundamentalmente culturales y lo que simboliza algo en occidente puede significar todo lo contrario en oriente.
Color y diseño.-
El diseño, tanto en identidades corporativas como en publicidad, se apoya en la psicología del color, la cual estudia sus efectos en la conducta humana.
Las marcas intentan que la paleta de colores que los representa sea una declaración de intenciones y simbolice, al menos sobre el papel, su filosofía o el sector en el que realiza su actividad. De igual manera utilizan la psicología del color para analizar los efectos y sensaciones que la gama cromática provoque en todos aquellos que vean su identidad corporativa.
El uso del color en la publicidad también tiene en cuenta las preferencias cromáticas en función del género y del rango de edad del público objetivo al que va destinado el producto, ya que ambos parámetros marcan la tendencia a la hora de decantarse por uno u otro.
En otras ocasiones, la elección del color no se debe tanto a lo que se quiere trasmitir si no de lo que una marca se quiere diferenciar. Son muchos los expertos que recomiendan utilizar colores opuestos a los que utiliza la competencia para posicionarse contra ella. Un ejemplo perfecto de esto es la elección de Pepsi por el color azul siendo el rojo el color de Coca-Cola.
Colores y emociones.-
Como decíamos antes, el simbolismo de los colores y las emociones que esto provoca en nosotros está muy relacionado por el aspecto cultural. Hemos querido hacer un resumen de los aspectos positivos y negativos de los principales colores así como los usos para los que están recomendados según la psicología del color.
A la hora de construir una marca, el famoso branding en inglés, es fundamental crear un símbolo al que asociar nuestro valor. Es entonces cuando empieza la dura tarea de crear una identidad corporativa, uno de cuyos elementos es el logo.
A veces generalizamos y llamamos logotipo a cualquier representación gráfica de nuestro negocio. Y según la RAE, no estaremos del todo equivocados, pues según la primera entrada en su definición es un "Símbolo gráfico peculiar de una empresa, conmemoración, marca o producto". Sin embargo, dentro del mundo del diseño gráfico existen tantas maneras de nombrar a estos símbolos como palabras para el hielo tienen los esquimales: isotipo, isologo, imagotipo...
En este artículo vamos a mostraros estas diferencias con ejemplos propios, aunque encontraréis multitud de otros blogs especializados que analizan este tema. Nosotros iremos un poco más allá y también vamos a incluir otros términos que hemos ido escuchando a lo largo del tiempo utilizados como sinónimo de logotipo, tales como emblema o anagrama.
Empecemos por lo simple, ¿qué es un emblema? La definición de emblema es la de "jeroglífico, símbolo o empresa en que se representa alguna figura, al pie de la cual se escribe algún verso o lema que declara el concepto o moralidad que encierra (RAE)". Según esta definición, la idea que tenemos comúnmente por logo no es exactamente un emblema, pues no necesariamente siempre se incluye un lema. Podría entenderse su uso para, por ejemplo, un escudo universitario.
¿Y un logo es un anagrama? Según la RAE, un anagrama es un símbolo o emblema, especialmente el constituido por letras. Así que, dicho de otro modo, estrictamente si pedimos un anagrama estaremos descartando el diseño de un símbolo y centrándonos en las letras, es decir, el nombre de nuestra empresa con un diseño tipográfico.
Y entonces ahora ya para nota ¿cuál es la diferencia entre logotipo, isotipo, imagotipo e isologo?
Vayamos por partes, un logotipo es un "Grupo de letras, abreviaturas, cifras, etc., fundidas en un solo bloque para facilitar la composición tipográfica (RAE)", en definitiva, y en palabras más sencillas, es una composición integrada solo por letras.
Frente al logotipo compuesto por tipografía, está el isotipo, que es "la parte icónica en la representación gráfica de una determinada marca. Se trata del dibujo o símbolo que se utiliza para representarla (definicion.de)".
Teniendo esto claro, a continuación se encuentran las mezclas de símbolo y letra. Tenemos el imagotipo, que se trata de "la combinación de un elemento pictográfico (un dibujo) acompañado de texto (definicion.de)".
Y el isologo "que fusiona una imagen y un texto en un único elemento (definicion.de)", de manera que constituyen un único elemento del que no se puede descartar ni imagen ni letra. Por ejemplo, el logo de Starbucks o el de Burguer King.
Lo sabemos, es todo bastante complicado. Diréis ¿para qué es necesario saber todo esto? El realidad, como todo en la vida, cuanto más clara tengamos la idea de lo que queremos y mejor se lo podamos transmitir a nuestro diseñador, más tiempo y esfuerzo nos ahorraremos. Lo importante tal vez sea conocer las diferentes posibilidades a la hora de crear un logo y así conseguir el que mejor se adapte a lo que necesitamos transmitir.
Durante este tiempo de aislamiento nos hemos convertido en unos expertos en redes sociales. Gracias a los stories, los directos, las publicaciones, los mensajes y comentarios, nos hemos sentido más conectados los unos con los otros. Las nuevas tecnologías también han permitido que muchas empresas continúen estando en contacto con su público, abriendo nuevas vías de negocio para capear el temporal, generando nuevas relaciones profesionales y probando sistemas de trabajo a distancia.
Posiblemente el mundo tras las "nueva normalidad" no se transforme radicalmente; algo así como con los buenos propósitos de fin de año, las promesas son difíciles de mantener; pero seguro que esta crisis tampoco nos dejará un mundo como el que teníamos.
Así que hemos reflexionado sobre algunas buenas ideas que podemos mantener con la vuelta a la normalidad. Se ha escrito mucho ya sobre publicidad, branding, marketing... No vamos a descubrir nada que no hayan dicho ya las grandes mentes de la comunicación, pero, a veces, las cosas más sencillas son las que más nos cuesta llevar a cabo:
- Lleva las redes sociales de tu negocio o proyecto un paso más allá, no las abandones ahora. Piensa en cómo mejorar tu mensaje. La constancia es clave. Además, las RRSS pueden ser una invitación genial para que tu público visite tu web o tu local físico. Allí pueden conocerte un poco mejor. Convierte visualización en acción y en fidelización.
- Adelántate a las necesidades de comunicación de tu público de forma clara y breve. Las fechas, los horarios, las condiciones de reapertura pueden ser confusas.
- Sé original, experimenta, como dijo Ogilvy, el padre de la publicidad, "nadie ha construido nunca una marca imitando la publicidad de otro".
- Ahora que los canales de comunicación están más fluidos que nunca, aprovecha para que tu negocio adquiera un valor único. "Si no eres una marca, serás una mercancía”, esto lo dijo Philip Kotler. Y no solo en redes sociales o con un logo bonito, la marca engloba mucho más: relaciones públicas, web, acciones o eventos, eslogan, packaging... En definitiva, tener una visión, una filosofía y que esta sea coherente con tus acciones.
- Crea comunidad. Es buen momento para estrechar lazos con proveedores locales, colaborar con otros profesionales del sector y comunicárselo a tu público. A veces la mejor publicidad es una merecida recomendación, una colaboración o una propuesta.
- La comunicación es una carretera de dos carriles, debemos escuchar, reaccionar en consecuencia y evitar la tentación de centrarnos solo en lanzar nuestro mensaje. Como dijo Trey Pennington "Las empresas que entienden el Social Media son las que dicen: te veo, te escucho y me importas". Pero, por supuesto, esto puede aplicarse a todos los ámbitos de trabajo.
- Rodéate de profesionales, a veces el éxito radica en trabajar con la gente adecuada.
Si quieres seguir leyendo sobre este tema te invitamos a leer también el artículo Gestiona bien tus redes sociales. Y ahora ¡manos a la obra!
Cuando tienes un negocio sabes lo importante que es la presencia en Internet como complemento al resto de actividades profesionales. Las redes pueden ayudar a fidelizar clientes que te han conocido en un evento, a mantener a tus asiduos al día de las últimas novedades o a ser el reflejo de tu buen hacer gracias a las reseñas y las valoraciones positivas.
Hoy vamos a daros unas pistas muy básicas sobre cómo realizamos nosotros el trabajo de gestión de redes sociales para hacerlo de la manera más correcta posible y así obtener los mejores resultados. No lo decimos nosotros, lo decía Yoda: “hazlo o no o hagas, pero no lo intentes”. Eso sí, vais a permitirnos que, como hace Coca-Cola, nos guardaremos algún ingrediente de la fórmula mágica de Lampyridae.
En primer lugar es necesario pensar en los objetivos que queremos conseguir, los recursos disponibles y las herramientas que ya tenemos en funcionamiento. Si aún no la tenemos, posiblemente necesitaremos una Web en la que figure de forma permanente alguna información básica (qué hacemos, dónde estamos, contacto...) y a la que al final apunten todas nuestras redes sociales. Las redes sociales son un complemento pero no sustituyen a una página Web ya que en ella los potenciales clientes pueden acceder a toda la información que precisen sin tener que esperar a que se nos encienda la bombilla y hagamos una publicación en Facebook, Twitter o Instagram.
También podremos elaborar un blog que mejore nuestro posicionamiento. Con él daremos una imagen de trabajo constante, de conocimiento del sector y gracias al uso de palabras clave hará que los buscadores nos valoren de forma positiva.
A la hora de crear nuestras redes sociales, es muy muy muy (pero muy) importante no crear un perfil personal en lugar de un perfil de página. Esto afecta sobre todo a Facebook. Si ya lo hemos hecho, no es el fin del mundo, habrá que hacer una migración de un perfil a otro tutorial en mano. Facebook da algunas claves en su página de ayuda.
Una vez creada la página, Facebook nos ofrece muchas opciones de plantilla en función de nuestra actividad -¿es un negocio? ¿una ONG?- podemos añadir botones como contactar, enviar mensaje o comprar... e infinidad de otras opciones que podemos encontrar en la pestaña de “configuración” de nuestra página.
Una vez que ya está todo bien configurado es la hora de llenarlo de contenido. Para esto tenemos infinidad de opciones: vídeo, foto, noticias relevantes del sector, reportajes en los que aparecemos, nuestro día a día, información relevante, enlaces a nuestro blog... Es importante mantener un calendario de publicaciones y también que el contenido sea de calidad. Es decir, cuidad las fotos y los vídeos y no hace falta decirlo, también la ortografía. No es necesario ser un fotógrafo de National Geographic o un miembro de la RAE, basta con tener un poco de buen gusto y un corrector ortográfico.
Os preguntaréis cómo se las arreglan los profesionales para gestionar tanta cuenta y tanto perfil. Existen aplicaciones que permiten publicar y mantener un control de todas nuestras redes sociales desde el mismo panel de control y también programar publicaciones. Así, aunque estemos lejos del ordenador, todo seguirá funcionando si hemos hecho bien el trabajo de planificar y editar.
Y después de todo esto, de haber configurado redes, mostrado información, diseñado un calendario de publicaciones y colgarlas, es hora de descomponer y analizar los resultados. La información que obtenemos de este examen es valiosa porque nos dice qué funciona y qué no y será un primer paso para preparar acciones futuras, solucionar lo que no aporta resultados y continuar por el buen camino.
Por último, aunque muy importante Otra de las ventajas de los perfiles profesionales es que proporcionan información y estadísticas sobre el alcance de nuestras publicaciones. Sin embargo, este es un mundo en constante cambio y cuando pensamos que tenemos una aplicación controlada, de pronto se produce una actualización y todo cambia. Por eso, es fundamental estar constantemente informados y al tanto de cómo evolucionan las redes.
Teniendo claro para qué sirven y para qué no y siguiendo estos consejos podréis sacar mucho más partido a las redes sociales. Y si todo esto os parece muy complicado, si no tenéis tiempo material o no creéis estar a la altura de la imagen que queréis mostrar, no hay problema, rodéate de profesionales.
Nos guste o no, las redes sociales han comenzado a formar parte de nuestra vida. Y parte de esa vida se refiere también a nuestros negocios o actividades profesionales. No aparecer en Facebook, Twitter o Linkedin equivale poco menos que a no existir. Por ello, son muchos los profesionales que abren cuentas en todas las redes sociales habidas y por haber. El problema de las redes sociales, es que no sólo cuenta el estar, sino el cómo se está. Los usuarios demandan saber más de cualquier sector en el que estén interesados, por eso no basta solamente con aparecer en los buscadores.
En la actualidad, las redes sociales son una forma más de información, por eso hay que cuidar lo que se transmite a quienes buscan nuestro perfil en las redes. Internet ofrece una oportunidad estupenda (y realmente barata, cuando no gratuita) de ser visible, de comunicarnos con nuestros clientes (reales o potenciales) y de posicionarnos como marca. Pero esto, como todo, tiene su letra pequeña: hay que saber cómo hacerlo.
Además, todo esto conlleva tiempo y no siempre lo tenemos. Para que nuestros perfiles en la red sean efectivos, es necesario elaborar publicaciones útiles, contestar a las demandas de información o mantenernos al día de las interacciones que hemos tenido. Por todo ello existe la figura del gestor de redes. Además del factor tiempo, éstas son algunas de las claves por las que alguien que quiera sacar el máximo partido a sus redes sociales debería contar con uno.
#ConocenTerreno: ¿A que cuando queremos que nos arreglen el coche lo llevamos a un mecánico o cuando estamos enfermos vamos al médico? ¿Por qué? Pues porque queremos dejar nuestro coche o nuestra salud en manos de profesionales que entiendan de motores o del funcionamiento del cuerpo humano.
Las redes sociales se han convertido en una de las formas más visibles de las diferentes actividades, por eso es mejor dejarlas en manos de profesionales. La gente que trabaja (y repetimos TRABAJA) con redes sociales las conoce a la perfección (o casi) y… es más fácil llegar al destino si uno conoce el camino, ¿verdad?
De esta manera, un profesional no sólo sabrá seleccionar las redes adecuadas en función de las necesidades de cada sector, si no que conoce las herramientas de cada una de ellas y el comportamiento que tienen para los diferentes objetivos a conseguir. Además, sabe cómo y cuándo resultan más eficaces las publicaciones con las que pretendemos llegar a nuestro público. ¿Se puede pedir más?
#MuchoOjo: dicen que bien está lo que bien parece. ¿Alguien se imagina una marca de ropa anunciando grandes descuentos en las redes sociales con carteles hechos a rotulador? Hay que asumirlo, el Paint ha hecho mucho daño y nos ha hecho confundir el “se entiende” con el “esto está bien”. O, por poner otro ejemplo, ¿preferimos fotos cuidadas o esas en la que el flashazo en la pizarra que anuncia el menú del día nos impide ver los primeros platos pero cuyo encuadre muestra a la perfección cómo el señor del fondo devora una gamba?
Nos guste o no, la vista es el sentido del que más nos fiamos, y siempre vamos a estar más predispuestos hacia una información que nos entre por los ojos. Los profesionales saben cuáles son esas imágenes, pueden tener competencias en creación de contenidos y diseño gráfico, o solamente dar pautas a seguir a la hora de subir fotos a la página de tu negocio.
#EvitandoProblemas: Además de lo meramente estético, su filtro profesional nos puede evitar muchos problemas en un campo que se salta a la torera (demasiadas veces y de forma demasiado escandalosa): los derechos de imagen. Porque si hablábamos del daño que ha hecho Paint, Google no le va a la zaga. No todo lo que encontramos en la red se puede utilizar y hacerlo puede acarrear multas o denuncias que nadie desea.
Un gestor de redes sabe qué imágenes (y cualquier otro tipo de contenido) puede utilizar, cómo citar las atribuciones de autor o como tratar temas delicados como la aparición de menores, los cuales pueden ocasionar numerosos conflictos.
#Redactemos: de nada sirve un mensaje en las redes sociales si no se entiende, bien por resultar confuso, por no estar convenientemente explicado o porque las faltas de ortografía hagan que a los lectores les acaben sangrando los ojos. Contar con un profesional que gestione las redes sociales garantiza contar también con sus habilidades de redacción.
No se trata de que cada publicación pueda ser merecedora de un Pullitzer, simplemente de que cumpla su cometido.
Por todos estos motivos y por otros tantos que se nos quedan en el tintero, si queremos que nuestra presencia en las redes sociales (RRSS, para los amigos) sea realmente efectiva, deberíamos plantearnos la opción de contar con un gestor de redes (Community Manager para los amigos). Si para nuestro negocio queremos los mejores proveedores, los mejores locales, la mejor atención para nuestros clientes y la mejor calidad en todo lo que hacemos, ¿por qué no vamos a querer lo mismo para la imagen que proyectamos en Internet?
Como sabéis bien, en Lampyridae nos dedicamos a la comunicación, más concretamente, a la comunicación publicitaria. Hacemos vídeo, nos movemos en redes sociales o diseñamos folletos y láminas prestando atención hasta el último detalle. Pero cada vez que explicamos lo que hacemos tenemos inevitablemente que explicar también la importancia de una buena comunicación y la necesidad de invertir en publicidad.
No vamos a dar una lección en teoría publicitaria ni a descubrir nada nuevo en sus beneficios porque personas que sabían mucho más del tema que nosotros ya lo explicaron mucho antes. Así que vamos, como dijo Newton, a ver más allá subidos a hombros de gigantes.
La publicidad sirve, entre otras cosas, para informar o consolidar actitudes. Puede motivar una compra. También puede promocionar una empresa o fomentar una actitud o idea. Como nos encanta el suspense, la publicidad también puede generar expectación con respecto a un acontecimiento o un producto. En definitiva, la publicidad sirve para que te reconozcan en un universo lleno de competidores. Como dice este artículo en Winred sobre los beneficios de la publicidad:
Cada producto posee una personalidad propia y causa una imagen mental en el receptor. Para que exista el producto en la mente del consumidor necesita de la publicidad.
Pero la creación de una marca no es algo que suceda de un día para otro, Luis Bassat lo comparó con la construcción de una catedral en la que participan muchas personas con un objetivo común y en El libro rojo de las marcas habló de la idea de que cada anuncio es parte de la inversión a largo plazo en la personalidad de una marca. Por lo tanto, es imposible ver resultados directos de un día para otro, sin embargo, lo que sí se puede hacer es medir la respuesta y el rendimiento de nuestras acciones hasta construir algo grandioso.
Otro de los problemas que nos encontramos en nuestro día a día es aquello de “tú eres el que tiene la necesidad de vender, así que enséñame qué puedes ofrecerme”. Es cierto, nosotros tenemos la necesidad de vender, pero a quien sabe que necesita, o, al menos, lo sospecha. Es decir, cuando entramos en un centro comercial para comprar calzado, no nos dirigiremos al mismo tipo de tienda para adquirir unos zapatos de vestir o unas zapatillas deportivas. No iremos a una boda de sport y ni a correr en tacones. Ni pretenderemos que un calzado de tela cueste lo mismo que uno de piel.
En publicidad, diseño, vídeo... ocurre lo mismo. Cada servicio responde a una necesidad, a veces es necesaria la opinión del profesional para conocer cuál es la mejor solución, pero es necesario saber qué objetivo concreto queremos lograr ¿es informar sobre una promoción concreta? ¿mejorar la atención al público? ¿dar a conocer un nuevo servicio? Y para ello es necesario responder a un gran número de cuestiones ¿quién va a ser mi público? ¿qué canales utiliza? ¿qué necesidades tiene?...
David Ogilvy es uno de los grandes nombres de la publicidad y sus ideas siguen siendo tan válidas ahora como cuando creó su agencia a mediados del siglo XX. Además de resaltar la importancia de conocer al consumidor, sus necesidades y el objetivo de la campaña; Ogilvy también destacó que el propósito principal de la publicidad es vender y que lo creativo, original o simpático que pueda ser un anuncio es secundario. Porque, al fin y al cabo, si el mensaje no llega o no se entiende y por tanto no se traduce en ventas ¿de qué sirve? Hemos aprendido mucho con los mandamientos de la publicidad de Ogilvy.
Terminamos con una frase de Henry Ford, el fundador de la Ford Motor Company quien introdujo la producción en cadena y revolucionó el sector automovilístico. Esta idea nos parece completamente actual y resume la actitud que a veces tomamos hacia la publicidad:
Dejar de hacer publicidad para ahorrar dinero es como parar el reloj para ahorrar tiempo.