Se acerca la Navidad y es el momento de caer en los tópicos: comer demasiado, agobiarse con los regalos, las reuniones familiares, las fiestas, los brindis, los reencuentros, las uvas y, por supuesto, los especiales de Navidad. Así que para no ser menos, nosotros hemos hecho una lista con algunas de nuestras películas preferidas para acurrucarse en el sofá y pasar la resaca como manda esta época del año. En esta selección podréis encontrar de todo: acción, amor, comedia, crítica social, moraleja, bichos horripilantes y, sobre todo, mucho espíritu navideño.
Empezamos con la que es una de las películas navideñas preferidas de muchísima gente y también, todo hay que decirlo, odiada (sólo es necesario echar un vistazo a las críticas) y que seguro que vais a ver porque es un clásico de la programación televisiva de esta época: Love Actually (2003, Richard Curtis). Para los marcianos que, como la protagonista del anuncio de la Lotería, acaben de llegar a la Tierra y no la conozcan, decir que se trata de una comedia romántica de historias cruzadas con un reparto impresionante.
Damos el salto al cine español de hace unos añitos para ver que en Navidad no todo es tan bonito como parece. Plácido es una obra maestra de 1961 de Berlanga que fue nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera. Es ácida, es crítica y nos encanta.
Llega el momento de la animación navideña un poco siniestra de la mano de Jack Skellington. No necesitáis más pistas ¿no? Pesadilla antes de Navidad ( 1993, Henry Selick) es una mezcla macabro-navideña que gusta a todo el mundo.
Y ya que estamos animados (chiste malo) vamos a continuar con otro clásico de los clásicos, aunque más estadounidense que español: La Navidad de Charlie Brown (1965, Bill Melendez), que nos parece una buena aportación de esas que nunca se pasan de moda.
¿Y en qué familia no ha sido un acontecimiento la presententación de un novio? Para los que quieran ver los típicos dramas familiares y reirse de ellos tenemos La joya de la familia (2005, Thomas Bezucha) que tiene un "no sabemos qué" que nos gusta.
¡ Sólo en casa (1990, Chris Columbus) tenía que estar y lo sabíais!¿Quién no ha querido alguna vez ser Kevin McAllister y tener la casa para uno solo, hacer gamberradas y enfrentarse a unos ladrones un poco tontos?
¡Yipi ka yei! es el momento de sacar la artillería porque llega John McClane con La jungla de cristal (1988, John McTiernan). Y ya que estamos, en caso de que la resaca sea importante, recomendamos toda la saga.
Tim Burton aparece de nuevo con otra película que también os sacará una sonrisa porque es imposible no querer adoptar a Eduardo Manostijeras (1990, Tim Burton). Y la más antigua de las películas que vamos a recomendar hoy es también un clásico de esos con las mejores notas en los rankings cinéfilos. Qué bello es vivir (1946, Frank Capra) os hará felices.
Si empezamos con amor, vamos a terminar con terror. "No les des de comer después de medianoche, no dejes que se mojen y que nunca les dé la luz del sol" ¿Ya sabéis de lo que estamos hablando, no? Gremlins (1984, Joe Dante) está aquí para quitarle un poco de azúcar a vuestras Navidades y hacerlas más interesantes. Y con ella cerramos nuestra selección navideña. Ahora ya sabéis lo que tenéis que hacer ¿no? ¡id preparando las palomitas, los polvorones y el turrón de chocolate!
No hace mucho, en nuestra segunda parte del Glosario del Cine explicábamos, entre otros términos, el significado de "plano secuencia" de la siguiente manera: Técnica de planificación que define una escena manejada en una sola toma, por lo general una toma prolongada. El ejemplo más paradigmático es el plano secuencia inicial de Sed de Mal (Orson Welles, 1958).
La película 1917 de Sam Mendes nos adentra en la crueldad de la Primera Guerra Mundial (para más información sobre cine bélico, no os quedéis sin darle un repaso al artículo sobre este género) y ha vuelto a poner el foco en este recurso cinematográfico llevándolo a otro nivel. No queremos decir más hasta que todos la hayáis visto.
Tras leer el muy recomendable análisis de Espinof.com "Dunkerke antes de Nolan" [via Espinof ] sobre el impresionante plano secuencia de casi 5 minutos de Expiación (Joe Wright, 2007) hemos pensado hacer un repaso a algunos planos secuencia que nos han dejado sin palabras.
Como ya hemos dicho, el ejemplo clásico que viene a la cabeza al hablar de planos secuencia para la historia es el que abre Sed de Mal, aunque los cinéfilos más jóvenes seguro que todavía tienen fresco en la retina el plano secuencia-número musical de La la land (Damien Chazelle, 2016) o el divertido de Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014). Sin embargo, en 1948, Alfred Hitchcock ya llevó está técnica de planificación al extremo rodando integramente La Soga utilizando esta técnica y difuminando los límites entre el cine y el teatro. Como es lógico, la cosa tenía su truco y tuvieron que utilizar objetos para irse a negro y realizar los cortes necesarios. Hay que tener en cuenta que las cámaras y las bobinas de celuloide tienen un tamaño y una longitud concreta y limitada con la que contar (cada rollo duraba 10 minutos), además, se tienen que poder realizar movimientos sin que al cámara le dé un ataque de lumbago.
Y diréis ¿para qué tomarse la molestia de rodar un plano de este tipo que va a necesitar un esfuerzo tremendo de todo el equipo, numerosos ensayos, perfecta sincronización y enormes recursos? Ningún plano está realizado a capricho del director, todo tiene algún significado y en este caso puede ser seguir a un personaje en tiempo real, descubriendo lo que él descubre, o mostrar un ambiente concreto a través de multitud de acciones simultáneas.
Otra de las complicaciones del plano secuencia es su integración en el ritmo de la película. Para que nos entendamos, una escena sucede en un mismo tiempo y lugar. Una secuencia está compuesta por distintas escenas que tienen una continuidad, por ejemplo, de acción. Un plano secuencia supone mostrar todo aquello que en una secuencia normal estaría cortado en el montaje, de ahí la necesidad de que no sea aburrido y funcione como una danza perfectamente coreografiada.
Sabemos que Kubrick era otro maestro del cine y lo demostró en El Resplandor en el plano secuencia que sigue a Danny en su triciclo por el hotel hasta la habitación 237. Pero esta técnica no es exclusiva del cine, es muy empleada por los directores de videoclips. Todo el mundo sabe que el grupo OK Go tiene vídeos musicales espectaculares y divertidos y el que realizaron para la canción "I won't let you down", dirigido por Kazuaki Seki y Damian Kulash, Jr. y Morihiro Harano como director creativo, se lleva la palma.
Existen infinidad de ejemplos de uso de esta técnica: en The Player (Robert Altman, 1992), en Oldboy (Chan-wook Park, 2003), en la serie True Detective (Nic Pizzolatto, 2014), en Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957) -que podéis visualizar en este enlace via Youtube-.
Un buen plano secuencia suele pasar desapercibido, pero ahora que ya sabéis un poco más sobre ellos ¡os invitamos a que los descubráis todos!
Después de hablar de los visionarios del género, de entretenernos un rato con Star Wars y los clásicos de los 80 y 90, ha llegado el momento de terminar nuestro viaje con unos compañeros muy molones: los superhéroes y los viajeros espaciales.
Los superhéroes (aparte de nuestras madres, claro está) son personajes dotados de algún don especial que les hace tener capacidades inimaginables para un humano de a pie. Estas habilidades pueden deberse a varios factores. El primero es que no sean humanos, pudiendo ser seres de otros mundos, como es el caso de Superman o bien que tengan habilidades heredadas de los dioses como Wonder Woman; el segundo es debido a alteraciones físicas, bien sean innatas comos las de los X-Men en forma de mutaciones (¡hemos dicho mutaciones! ¡Corred, poneos a salvo!), producidas por algún tipo de accidente (¡malditas radiaciones!) como en el caso de Dr. Manhattan o bien inducidas con algún tipo de experimento (en el que generalmente el ejército de los Estados Unidos ha metido la nariz) como Capitán América. El tercer tipo de superhéroe es más asequible a la gran mayoría de mortales, hablamos del superhéroe que recurre a la tecnología para serlo. En este último caso sólo necesitaríamos tener el dinero de Tony Stark (ojo, no equivocarse de familia Stark) para ser Iron Man o haber heredado en imperio Wayne para ser Batman. Todos a la administración de lotería más cercana, ¡vamos!
La gran mayoría de superhéroes que vemos en pantalla han realizado hasta ella un viaje desde el universo del cómic en el que destacan dos brillantes galaxias: Marvel y DC Comics. La historia de este viaje del papel a la pantalla comienza con la adaptación en formato serie de Las aventuras del capitán Marvel (1941) y Batman (1943) hasta que por fin, en 1978 llega la primera gran película de superhéroes: Superman (Richard Donner), con Christopher Reeve interprentando a Clark Kent y su doble vida, siendo esta dualidad entre el héroe y el hombre una de las subtramas más recurrentes en este tipo de películas.
Tras comprobar que Kal-El y su capa tenían tirón, llegaron sus secuelas Superman II y III (Richard Lester, 1980 y 1983) y Tim Burton se puso manos a la obra para poner en el mapa cinematográfico a Gotham, con un Batman que llegó a las pantallas en 1989.
De ambas películas surgieron secuelas, series y remakes entre las que destacan la trilogía dirigida por Christopher Nolan: Batman Begins (2005); Batman: The Dark Knight (2008) y Batman: The Dark Knight Rises (2012), protagonizadas por Christian Bale acompañado de un magnífico elenco de villanos.
Aunque el universo DC Comic cuenta con más héroes uniformados que veremos proximamente desenvolverse en la gran pantalla (Wonder Woman o Aquaman entre otros), también tiene en nómina otros de vestimenta libre pero igualmente valiosos como Watchmen (Zack Snyder, 2009) o la peculiar Suicide Squad (David Ayer, 2016), en la que, por primera vez, los villanos son los héroes.
Y ahora nos cambiamos de chaqueta para hacernos fans de Marvel. Su primer superhéroe en dar el salto al celuloide fue Capitán América (Albert Pyun, 1990), al que siguió El cuervo (Alex Proyas, 1994), película recordada por la muerte de Brandon Lee debido a un disparo accidental. En 1998 llega la primera película con la que Marvel decide hacer una franquicia: Blade (Stephen Norrington).
En la década de los 2000 el género se empieza a ver cada vez más influido por la acción y la aventura, siendo la ciencia ficción solamente la excusa para que ambas tengan un buen caldo de cultivo. Llegan entonces las entregas de Spider-man (Sam Raimi, 2002-2007), Los cuatro Fantásticos (Tim Story, 2005 y 2007) y sobretodo el inagotable universo X-Men. Y es que los chicos del profesor Xabier llevan desde el 2000 asombrándonos con sus mutaciones genéticas gracias a las que incluso han regresado a una ciencia ficción más pura con viajes temporales en X-Men: Apocalisis (Bryan Singer, 2016).
Tras el éxito de todas ellas, Marvel se dio cuenta de que asociada con otras productoras (20th Century Fox, Columbia Pictures o New Line Cinema) sólo se estaba llevando las migajas de un enorme pastel, así que decidió fundar Marvel Studios y explotar toda una línea de personajes cuyos derechos le pertenecían aún y reunirlos a todos en un crossover. Bienvenidos, Vengadores.
Con varias películas de sus más representativos superhéroes, MCU (Marvel Cinematic Universe) se ha posicionado como una de las productoras más importantes en este género, gracias entre otros a Iron Man, Capitán América o Thor. Todos ellos se citaron en 2012 de la mano de Joss Whedon en The Avengers y en 2015 en The Avengers, the Age of Ultron. Si bien es cierto, que la apoteosis de los superhéroes Marvel llegó en 2016 con Capitain America: Civil War (Anthony y Joe Russo), en la que se citaban no sólo Los Vengadores, sino personajes como Spider-man, Ant-man o Black Panther.
En paralelo a estos superhéroes, Marvel también ha realizado viajes espaciales con Guardians of the Galaxy (Jamens Gunn, 2014) o explotando a Doctor Strange (Scott Derrickson, 2016).
Y dejamos a los superhéroes para poner nuestra mirada en lugares más allá del planeta Tierra, tanto en viajes de salida como de llegada. Ya habíamos hablado anteriormente de Alien o de E.T, así que vamos a hacer un breve repaso por el turismo interplanetario.
En La Tierra se vive muy bien, deben pensar muchos extraterrestres, así que, ¿por qué no colonizarla? Esta es la premisa de varios títulos como Independence Day (Ronald Emmerich, 1996) o La Guerra de los Mundos (Steven Spielberg, 2005) en el remake de la adaptación de la novela homónima de H.G Wells que ya había dirigido en 1953 Byron Haskin.
La figura del alienígena, con unas capacidades muy superiores a las del género humano, se contempla como un ser aniquilador que para nada quiere tenernos como colegas. La única forma de vencerlos y conservar intacto nuestro preciado planeta (ese que tanto cuidamos nosotros, guiño, guiño) es unir fuerzas en modo Fuenteovejuna.
Pero no os creáis que nosotros no somos viajeros, porque si ellos vienen nosotros nos vamos. Yuri Gagarin nos enseñó que podemos ir de excursión a Fuengirola o al espacio, todo depende de la tolerancia a la ingravidez de cada uno. Así que el cine se puso manos a la obra y pensó que tener una nave espacial daba para mucho y este mundo se le quedaba pequeño.
Fue así como salimos de la tierra para buscar otros mundos que habitar ya que al nuestro, por un motivo u otro, ya no es suficiente. El cine viajó hasta Pandora en Avatar (James Cameron, 2009) para revolucionar los efectos especiales o nos hizo pensar en la relatividad del tiempo en Interstellar (Christopher Nolan, 2014), donde una Tierra en las últimas necesitaba otro hogar para sus habitantes.
Hay directores que organizan viajes espaciales con la necesidad de salvar la Tierra en Armageddon (Michael Bay, 1998) o en Sunshine (Danny Boyle, 2007); otros lo hacen para darnos un garbeo y explorar en Contact (Robert Zemmeckis, 1997) siendo ésta la adaptación de la novela de Carl Sagan, en Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) o en la reciente Marte (Ridley Scott, 2015) en la que mediante la adaptación del Best Seller homónimo, el director aseguró que sólo pretendía hacer una oda a la ciencia. En otras como Gattaca (Andrew Niccol, 1996) el viaje espacial es sólo la excusa para hablar de una sociedad distópica en la que el control genético lo decide todo y en donde se unen varios temas recurrentes en el mundo de la ciencia ficción.
Podríamos alargarnos eternamente repasando un género al que la barrera de la realidad no impide ser tan grande como él desee y es que nadie puede negar que la ciencia ficción tiene un encanto especial. Refleja nuestros miedos y nuestras esperanzas como civilización; sitúa a los humanos en el centro del Universo, pero al mismo tiempo evidencia nuestras debilidades y nuestra insignificancia frente a inteligencias superiores o fuerzas de la naturaleza. Pero, sobre todo, nos permite reflexionar, ya sea sobre avances científicos, sobre viajes espaciales o sobre las consecuencias de nuestros actos. Sólo queda esperar a que, con el tiempo, la realidad acabe superando a la ficción, pero es bueno recordar que todo empieza con alguien que sueña. ¿Le suena a alguien el nombre de Jules Verne?
"The older I get, the more I look at movies as a moving miracle. Audiences are harder to please if you're just giving them special effects, but they're easy to please if it's a good story. The audience is also the toughest critic - a good story that exists in your world may not be the first choice for an audience. So I just do the best I can." Steven Spielberg.
Después de hablar de los visionarios del género, de entretenernos un rato con Star Wars y los clasicos de los 80 y 90, ha llegado el momento de terminar nuestro viaje con unos compañeros muy molones: los superhéroes y los viajeros espaciales.
Los superhéroes (aparte de nuestras madres, claro está) son personajes dotados de algún don especial que les hace tener capacidades inimaginables para un humano de a pie. Estas habilidades pueden deberse a varios factores. El primero es que no sean humanos, pudiendo ser seres de otros mundos, como es el caso de Superman o bien que tengan habilidades heredadas de los dioses como Wonder Woman; el segundo es debido a alteraciones físicas, bien sean innatas comos las de los X-Men en forma de mutaciones (¡hemos dicho mutaciones! ¡Corred, poneos a salvo!), producidas por algún tipo de accidente (¡malditas radiaciones!) como en el caso de Dr. Manhattan o bien inducidas con algún tipo de experimento (en el que generalmente el ejército de los Estados Unidos ha metido la nariz) como Capitán América. El tercer tipo de superhéroe es más asequible a la gran mayoría de mortales, hablamos del superhéroe que recurre a a tecnología para serlo. En este último caso sólo necesitaríamos tener el dinero de Tony Stark (ojo, no equivocarse de familia Stark) para ser Iron Man o haber heredado en imperio Wayne para ser Batman. Todos a la administración de lotería más cercana, ¡vamos!
La gran mayoría de superhéroes que vemos en pantalla han realizado hasta ella un viaje desde el universo del cómic en el que destacan especialmente dos brillantes galaxias: Marvel y DC Comics. La historia de este viaje del papel al celuloide comienza con la adaptación en formato serie de Las aventuras del capitán Marvel (1941) y Batman (1943) hasta que por fin, en 1978 llega la primera gran película de superhéroes: Superman (Richard Donner), con Christopher Reeve interprentando a Clark Kent y su doble vida, siendo esta dualidad entre el héroe y el hombre una de las subtramas más recurrentes en este tipo de películas.
Tras comprobar que Kal-El y su capa tenían tirón, llegaron sus secuelas Superman II y III (Richard Lester, 1980 y 1983) y Tim Burton se puso manos a la obra para poner en el mapa cinematográfico a Gotham, con un Batman que llegó a las pantallas en 1989.
De ambas películas surgieron secuelas, series y remakes entre las que destacan la trilogía dirigida por Christopher Nolan: Batman Begins (2005); Batman: The Dark Knight (2008) y Batman: The Dark Knight Rises (2012), protagonizadas por Christian Bale acompañado de un magnífico elenco de villanos.
Aunque el universo DC Comic cuenta con más héroes uniformados que veremos proximamente desenvolverse en la gran pantalla (Wonder Woman o Aquaman entre otros), también tiene en nómina otros de vestimenta libre pero igualmente valiosos como Watchmen (Zack Snyder, 2009) o la peculiar Suicide Squad (David Ayer, 2016), en la que por primera vez, los villanos son los héroes.
Y ahora que ya estamos situados y tenemos los cinturones abrochados, vamos a despegar con lo que vosotros esperábais leer y nosotros estábamos ansiosos por escribir: STAR WARS.
En los años 70 ya era habitual la hibridación de géneros, que como lectores fieles que sois, recordaréis de la publicación sobre el cine de terror cuando hablamos de Alien, el 8º pasajero (R.Scott, 1979). Es necesario que digamos esto para entender el contexto en que se creó originariamente La Guerra de las Galaxias. Esta "ópera espacial épica" que mezcla western, aventuras, cine bélico, ciencia ficción..., comenzó su andadura basándose en la obra de Kurosawa La fortaleza escondida (1958).
La campaña de publicidad de esta saga no tuvo precedentes y los ingresos por merchandising superaron a los de taquilla. El resto es la historia que todos conocemos. El universo intergaláctico salió de la gran pantalla en forma de comic gracias a Marvel y la cultura generada por la saga hizo que todos creciéramos con la frase de aquel señor de casco negro diciéndole a Luke Skywalker que era su padre.
Apareció una nueva trilogía entre 1999 y 2005 (The Phantom Menace, Attack of the Clones, Revenge of the Sith). Así como series de animación (Star Wars: The Clone Wars en 2008 y Star Wars Rebels: Spark of Rebellion en 2014). Finalmente, en 2015 se lanzó la muy esperada Star Wars: Episode VII - The Force Awakens, dirigida, coescrita y coproducida por J. J. Abrams. Recuperando aquella estética de la trilogía original y combinando el reparto inicial con jóvenes actores, contecta con varias generaciones y crea nuevos adeptos. Esta nueva trilogía promete estar a la altura de la original, aunque fue muy criticada por su falta de originalidad, previsibilidad y falta de temas filofósicos y metafísicos que caracterizaron a las películas iniciales. Pero, y como apunte personal, ¿puede haber algo peor que ver a un jovenzuelo Anakin, futuro malo malísimo de la galaxia, decir con ojos de pimpollo enamorado "soy prisionero del beso que nunca debiste haberme dado" en El Ataque de los Clones? Meditadlo.
Para cerrar este paréntesis "starwariano" (curiosamente, los fans de Star Wars no tienen un nombre universalemente reconocido como los trekkies) haremos mención a los spin off que llegarán próximamente a los cines, ahondando en el universo galáctico y contando de forma paralela a la trama principal varias historias de las que siempre quisimos más datos. El primero, Rogue One (Star Wars Anthology) está a punto de llegar.
Pero existe cine más allá del Halcón Milenario. En 1977, Steven Spielberg, otro de los pesos pesados de la ciencia ficción, lanza otro peliculón del género: Encuentros en la Tercera Fase en la que se da una visión más optimista del extraterrestre que la que luego nos dejaría Alien.
Por otro lado, en estos años se recupera la ciencia ficción más clásica con Star Trek y también aparece la serie Battlestar Galactica (1978).
En los años 80 una película revolucionaría la ciencia ficción y sentaría las bases del "cyberpunk" en el cine. Ridley Scott adaptó la novela corta ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick en Blade Runner (1982) para contar la historia de Rick Deckard (se puede decir que Harrison Ford lo ha hecho todo en el cine, merece un capítulo para él solito), un agente de policía que se dedica a cazar replicantes en una sociedad distópica. Cuando el largometraje vio la luz recibió malas críticas, sin embargo, ha acabado convirtiéndose en una película de culto.
Otros títulos de los años 80 serán Predator (John McTiernan, 1987) y The Terminator (James Cameron, 1984) en la que aparece la figura del superhumano, la fusión del hombre y la máquina, ambas con Arnold Schwarzenegger, como no podía ser de otra manera.
Aunque en los corazones de todos los que crecimos en la época de Barrio Sésamo (que igual algo de ciencia ficción tambien tiene) siempre estarán dos películas que marcaron a una generación entera: E.T, el extraterrestre (Spielberg, 1982) y Regreso al Futuro (Robert Zemeckis, 1985), que puede considerarse también como cine de aventuras o comedia. Nada sería lo mismo sin "mi casa-teléfono" ni Doc y McFly y su condensador de fluzo.
Años más tarde, en los 90, los efectos especiales vuelven a cobrar importancia por encima de las revisiones y los temas adultos. Todos recordamos Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993) y la parodia del género de ciencia ficción de Tim Burton Mars Attacks! (1996).
Finalmente, y bajo la influencia del efecto 2000, aparece la trilogía que puso de moda la combinación gabardina, cuero, gafas de sol y pelo engominado: The Matrix (1999) de las hermanas Wachowski. Gracias a ella reflexionamos sobre lo que es real y lo que no lo es, vimos a Neo esquivar balas como nunca antes lo habíamos hecho y nos pusimos en el lugar del elegido, porque, al final, todo depende de si tomamos la píldora azul o la roja.
Ya habíamos aprendido que el cine podía crear historias de mundos imposibes y personajes increíbles, y ahora que los efectos digitales iban a empezar su época dorada, ¿quién se iba a atrever a ponerle diques a la ciencia ficción? Y es que, aún quedan por llegar los superhéroes y los viajes espaciales (tanto de emigración como de inmigración).
Y ahora que ya estamos situados y tenemos los cinturones abrochados, vamos a despegar con lo que vosotros esperábais leer y nosotros estábamos ansiosos por escribir: STAR WARS.
En los años 70 ya era habitual la hibridación de géneros, que como lectores fieles que sois, recordaréis de la publicación sobre el cine de terror cuando hablamos de Alien, el 8º pasajero (R.Scott, 1979). Es necesario que digamos esto para entender el contexto en que se creó originariamente La Guerra de las Galaxias. Esta "ópera espacial épica" que mezcla western, aventuras, cine bélico, ciencia ficción..., comenzó su andadura basándose en la obra de Kurosawa La fortaleza escondida (1958).
El primer largometraje,Star Wars: Episode IV - A New Hope, escrita y dirigida por Geroge Lucas, llegó en 1977y su éxito fue tal que generó su propia cultura y se acabó transformando en una trilogía: Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back (Irvin Kershner, 1980) y Star Wars: Episode VI - Return of the Jedi (Richard Marquand, 1983). Star Wars incluyó algo verdaderamente importante en el cine (ayudada, obviamente, por los efectos especiales) y fue el hecho de asumir que cuaquier cosa que se pudiera imaginar, por irreal que fuera, tenía cabida en la gran pantalla. Sírvase como ejemplo la secuencia en la cantina de Tatooine.
Si gracias a los géneros cinematográficos podemos hablar en medio de la calle cantando y bailando con nuestros vecinos como elenco invitado o contemplar las más escalofriantes escenas con la protección que da estar del otro lado de la pantalla, ¿qué me decís de la posibilidad de viajar en el tiempo, hacerte amigo de un extraterrestre o ser salvados por un superhéroe? ¡Gracias por existir Ciencia Ficción!
La primera vez que el público pudo ver los artificios y trucos del género fue con un señor llamado Georges Méliès, ilusionista y director que pasó a la historia como el "mago del cine". Gracias a su su dominio de efectos especiales como el stop trick, las exposiciones fotográficas o el time lapse, lograba contar historias de fantasía, imposibles hasta entonces. A través de sus investigaciones, contribuyó a desarrollar el lenguaje cinematográfico y nos dejó una extensa filmografía entre la que destaca Viaje a la Luna (1902), con una de las imágenes más icónicas de la historia del cine.
Y mientras, en España, donde siempre nos creemos a la cola de cualquier cosa que sea innovar y aportar algo importante, Segundo de Chomón investigaba para pasar a la historia como el descubridor de un efecto llamado "paso de manivela" o lo que hoy conocemos como stop motion. Su película más conocida es El hotel eléctrico (1908).
Por su parte, mientras seguían avanzando las innovaciones técnicas, el expresionismo alemán, hacía que surgieran las novedades narrativas con la aparición de los androides. En 1927, Fritz Lang crea Metrópolis, una película inspirada en una novela de Thea von Harbou. Con trama distópica y una importante carga ideológica sujeta a diversas interpretaciones fue el primer filme considerado Memoria del Mundo por la Unesco. ¿Hace falta decir más?
En los locos años 20, y posteriormente, durante el periódo de entreguerras, EEUU se hace finalmente con el género, aunque todo se vuelve confuso y éste se mezcla con otros: lo que es ciencia ficción, puede ser también terror. En esta época, aparecen los superhéroes en la industria del comic estadounidense y no tardarán en dar el salto al cine, porque en aquellos años más que nunca, el mundo necesitaba una figura salvadora. Un ejemplo es Flash Gordon (Frederick Stephani, 1936).
Ya en los años 40, surge el miedo a una "amenaza comunista" que podía estar en cualquier parte y tomar cualquier forma. Este pavor colectivo tiene su reflejo en el cine, como vemos por ejemplo en La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956).
En los 50 el cine empezó a competir con la televisión a base de efectos especiales más elaborados y planteamientos narrativos más complejos. Aparecen dos títulos destacados cuyo prestigio llega hasta nuestros días. Por un lado The Day the Earth Stood Still (-o Ultimátum a la Tierra- Robert Wise, 1951), basado en el relato pulp Fairwell to the Master. Al contrario de la mayoría de producciones de aquella época en las que se reflejaba el miedo de la sociedad a una invasión que terminase con su estilo de vida, esta película tiene un guión antimilitarista que rompe la tendencia. Se ganó un lugar en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica, o estéticamente significativa».
Por otro lado está Forbidden Planet (Fred McLeod Wilcox, 1956) en la que aparece el robot Robby, un icono de la ciencia ficción. Esta película fue una influencia fundamental para Gene Roddenberry, creador de Star Trek.
En Estados Unidos, la ciencia ficción en los años 60 se caracterizó por el pesimismo. O sino que se lo digan a Charlton "¡Os maldigo!" Heston en El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968). Mientras tanto, en Europa prestaban más atención a la estética, tal y como se muestra en Barbarella (Roger Vadim, 1968) basado en el comic del mismo nombre, en la que vemos a Jane Fonda enfrentarse al malvado Durand-Durand.
Ahora es cuando empezan aparecer los verdaderos pesos pesados. Los 60 fueron unos años muy intensos: los Beatles, los hippies, la Guerra Fría, Woodstock y la llegada a la Luna, el verano del amor y mayo del 68. Y lo que aquí nos ocupa: 2001, una odisea del espacio y la aparición de Star Trek.
Con 2001, a Space Odissey (Stanley Kubrick, 1968) revolucionó el género dándole un toque adulto. Pierde la intención comercial, con lo que deja de ser un título para todos los públicos con un ritmo mucho más lento y una carga simbólica importante. En definitiva, es necesario darle bastante al coco mientras vemos esta película, por algo para algunos es considerada como "pretenciosa" mientras que para otros es "una obra maestra". Quede como anécdota que muchos de los animadores que se encargaron de los efectos especiales se pasaron tanto tiempo trabajando con fondos negros, que, terminada la producción, corrieron a trabajar en El submarino Amarillo (George Dunning, 1968). Desconocemos qué resultados tendría este cambio tan brutal...
Por su parte aparece Star Trek (Star Trek: The Original Series 1966-1969) , una serie de televisión creada por Gene Roddenberry para la cadena de televisión NBC. A través de las aventuras espaciales del Capitán Kirk, Spock y demás personajes de la saga, han llegado a nuestros días recursos frecuentes de la ciencia ficción como el teletransporte o los viajes superluminares. Robert Wise se encargó de la primera película en 1979 y años más tarde sería Leonard Nimoy (Star Trek III: The Search for Spock, Star Trek IV: The Voyage Home) o J.J. Abrams (Star Trek: The Future Begins, Star Trek: Into Darkness) entre otros, quienes se encargarían de actualizar estas hazañas galácticas a nuestros días.
Y ahora que el género ya está desarrollado y asentado y que se empiezan a explorar las inmensas posibilidades de los mundos, personajes e historias que no responden a barreras realistas, el viaje a la imaginación no ha hecho más que empezar. Abróchense los cinturones que seguiremos viajando...
"My folks came to the US as immigrants, aliens, and became citizens. I was born in Boston, a citizen, went to Hollywood and became an alien." Leonard Nimoy
¿Alguna vez os habéis parado a ver los créditos al final de una película aún sabiendo que no habrá sorpresa después de ellos? Es una lista interminable y aburrida de nombres y cargos y, seamos sinceros, sólo consideraríamos pararnos a leerla para darnos aires de interesantes y entendidos y quedar de cine, nunca mejor dicho, con nuestro/a acompañante.
Sin embargo, rodar una película puede ser el caos. Imaginaos, durante un corto período de tiempo, con un presupuesto limitado, un grupo enorme de personas de diferentes áreas de trabajo, cada uno con sus propios egos, se reúne para sacar adelante un proyecto artístico que puede triunfar, o no. Por eso, al rodar una película tiene que existir una organización en línea jerarquizada, algo así como en el ejército, eso, o los rodajes aparecerían muy a menudo en las páginas de sucesos.
Por departamentos y, muy resumidamente, la cosa se organiza más o menos así:
DEPARTAMENTO DE DIRECCIÓN
DIRECTOR-REALIZADOR: Emplaza la cámara, dirige a los actores, supervisa el montaje y la puesta en escena. Además, elige al equipo artístico junto con el productor y el director de reparto
1º AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Es el que guía el rodaje, lo empuja y soluciona problemas.
SCRIPT (SECRETARIO DE RODAJE): Es el responsable del raccord (o dicho de otra manera, que si un personaje tiene una mancha en la camisa en un plano, en el siguiente no aparezca reluciente como en un anuncio de detergente). También rehace el guión y cronometra. Este es un trabajo no apto para desastres.
2º AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Tiene una labor administrativa, por ejemplo, facilita los guiones.
DIRECTOR DE REPARTO O DE CASTING: Conoce el mercado actoral, los cachés y los agentes. Existe una gran controversia sobre la importancia de este oficio que queda en la sombra. La persona considerada como la primera directora de casting fue Marion Dougherty, que descubrió a futuras estrellas como Warren Beatty, James Dean, Peter Fonda, Martin Sheen... Un documental muy interesante sobre este tema es Casting By de Tom Donahue.
DEPARTAMENTO DE PRODUCCIÓN
DIRECTOR DE PRODUCCIÓN: Responsable del control económico, es el que elabora el presupuesto.
JEFE DE PRODUCCIÓN: Se relaciona con el Ayudante de Dirección, es el encargado del futuro inmediato del proyecto.
AYUDANTE DE PRODUCCIÓN: El pobrecillo/a suele llegar el primero y se va el último, se encarga de permisos, infraestructuras, órdenes...
LOCATION MANAGER: Especialista en localizaciones, los lugares para ubicar la acción.
DEPARTAMENTO DE FOTOGRAFÍA
DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Opera con la luz, es el responsable de la calidad de la imagen. Decide los objetivos o supervisa el etalonaje o, lo que es lo mismo, el igualado de luces entre escenas.
2º OPERADOR/CAMERAMAN: Lleva la cámara, es el responsable de los encuadres. Colabora con el maquinista para controlar cada movimiento.
AYUDANTE DE CÁMARA/FOQUISTA: Responsable del foco, en ausencia del director de fotografía, es la persona más idónea para sustituirle.
AUXILIAR: Carga y descaga los chasis, etiqueta el material y lo transporta.
FOTO-FIJA: Fotógrafo al uso que se encarga del material que se usará para publicidad.
DEPARTAMENTO DE ESCENOGRAFÍA
DIRECTOR DE ARTE: O Production Designer, no confundir con los productores a pesar del nombre. Se encarga del diseño de todo lo que aparece en escena: decorados, mobiliario...
DEPARTAMENTO DE SONIDO
JEFE DE SONIDO: Se encarga de que los diálogos se oigan y da su opinión después de cada toma, es el responsable del sonido directo, decide de qué manera y dónde ubicar los micrófonos.
DEPARTAMENTO DE CARACTERIZACIÓN
MAQUILLADOR: Debe tener conocimientos para realizar técnicas especiales como heridas, sangre, desfigurar a un actor...
PELUQUERO: Peina o despeina, según necesite la acción, y se encarga de las pelucas.
DEPARTAMENTO DE VESTUARIO
FIGURINISTA: Diseña los trajes.
SASTRE: Mantiene el raccord de vestuario, toma medidas y ajusta los trajes a los actores.
DEPARTAMENTO DE MONTAJE
MONTADOR: Es el encargado de coger todos los pequeños trocitos ya rodados para convertirlos en un todo con sentido, además, debe tener un gran sentido del ritmo (audiovisual, claro, no nos referimos a sus caderas)
DEPARTAMENTO DE ELECTRICISTAS Y MAQUINISTAS
JEFE DE ELECTRICISTAS (GAFFER): Evidentemente debe tener conocimientos de electricidad, interpreta las órdenes del Director de Fotografía.
ELECTRICISTAS: Colocan los aparatos de iluminación y el sumistro.
MAQUINISTAS: Se encargan de la maquinaria de rodaje: travelling, grúas, carros, etc. Instalan, operan y mantienen los equipamientos. Además, son importantes a la hora de calibrar los movimientos de cámara.
En definitiva, para hacer una película media necesitaríamos un equipo mínimo de entre 30 y 40 personas. Además, tened en cuenta que no hemos incluido al equipo de actores, la plantilla básica de las empresas productoras (secretarios, contables...) ni tampoco nos hemos detenido en las labores de los auxiliares, los meritorios o los runners, que, como su propio nombre indica se dedican a correr de un lado para otro haciendo recados (algo así como los becarios de la industria del cine). Así que la próxima vez que vayáis al cine y deis un sorbo al refresco para que no se os atraganten la palomitas, brindad a la salud del equipo.
Tras la irrupción del cine de terror, fueron muchos los autores como ya vimos en la entrega anterior, que asentaron los pilares del género hasta llegar los años en los que más evolucionaría y de los que más títulos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pasar miedo viendo una película.
En la década de los 60 triunfó la escuela italiana con películas como Terror en el espacio (Mario Bava, 1965), la cual provocó que a Ridley Scott se le encendiera la bombilla y comenzara a idear Alien. Y antes de llegar a unos años 70 cargados de grandes producciones (cling, cling, caja), las pantallas se iluminan con obras maestras que llegan de la mano de Alfred Hitchcock (Psicosis -1960-, o Los pájaros -1963- ) o de Roman Polanski (La semilla del diablo –1968- ), y que se convierten en éxitos mundiales y serán los prolegómenos de otras grandes como Tiburón (Spielberg, 1975) o El exorcista (Friedkin, 1973).
Estos son también años importantes para el sobresalto patrio. Destaca el gran maestro del terror psicológico, Narciso Ibáñez Serrador, que se dedicó a acongojar (por no decir otra cosa) a la población española con sus Historias para no dormir desde 1964 a 1982 y dirigió La Residencia (1969) y ¿Quién pude matar a un niño? (1976).
En estos años el cine de terror comienza a despertar en el público el morboso interés por asesinatos en serie, sectas satánicas o posesiones y la violencia se agudiza. Aparecen esos títulos que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pelis de miedo tales como La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1974) o La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974).
También comienza a explotarse en estos años la figura más terrorífica de todas cuando se une al comportamiento demoníaco: la del niño. Porque, ¿quién no ha conocido alguna vez a un niño que está poseído o al menos, parece estarlo? Quien recuerde la sonrisilla final del chiquillo de La Profecía (Richard Donner, 1976), nos dará la razón. Y sólo hacen falta dos palabras para cerrar este tema y acabar con los escalofríos que produce: El Exorcista (William Friedkin, 1973)
¿Y qué ha pasado en los últimos tiempos? La aparición de más superproducciones, además de festivales exclusivos como Sitges o Avoriaz, hace que los 80 y los 90 vuelvan a convertirse en una edad de oro para el cine de terror. La producción de estos años se encuentra en torno a temas y motivos fácilmente identificables.
Además de la amplia producción hollywoodiense destaca la producción de Hong-Kong en lo que a cine de extrema violencia y sangre se refiere. Destacan títulos como Viernes 13 (Sean S. Cunnighan, 1980), Cumpleaños mortal (J. Lee Thompson 1981) o Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984).
En terror psicológico también se producen obras maestras en las que el protagonista es el asesino, las historias de psicópatas muestran el interior del personaje, produciéndose introspecciones en el villano. Y es que pocas cosas provocan más miedo que ver un interior oscuro. Destacan El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y El silencio de los corderos (Jonathan Benme, 1990)
Mención aparte merece Stephen King, el autor de numerosos títulos del género en su vertiente literaria, y cuyas obras han propiciado un gran número de adaptaciones además de El resplandor: Salem’s Lot (Tobe Hooper, 1979), Carrie (Brian de Palma, 1976) o Los chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984).
Más recientemente, el terror oriental ha dejado títulos importantes como Ringu (Hideo Nakata, 1998), la película original que inspiró la archifamosa The Ring (Gore Verbinski, 2002). En España hemos disfrutado de la saga Rec de Jaume Balagueró, que comenzó en 2007, año también de Los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo, recuperando este género que había sido un tanto abandonado por la producción nacional.
Si bien es cierto, el cine de terror tiene cuerda para largo. Aunque la línea entre dar miedo y dar risa es más fina de lo que pudiera parecer, ahí reside la gran responsabilidad de este género. Despertar los pensamientos colectivos más espeluznantes, avivarlos de la mano de personajes icónicos y atmósferas opresivas y convertir la experiencia del horror en un placer exquisito es una habilidad que pocos tienen y de la que, reconozcámoslo, sólo unos elegidos son capaces de disfrutar. Y para los que aún son reticentes, sólo un consejo: mirad debajo de la cama, meteos debajo de la manta y recordad, es sólo una película.
“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”
(Lovecraft, 1989).
Tras la irrupción del cine de terror, fueron muchos los autores como ya vimos en la entrega anterior, que asentaron los pilares del género hasta llegar los años en los que más evolucionaría y de los que más títulos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en pasar miedo viendo una película.
En la década de los 60 triunfó la escuela italiana con películas como Terror en el espacio (Mario Bava, 1965), la cual provocó que a Riddley Scott se le encendiera la bombilla y comenzara a idear Alien. Y antes de llegar a unos años 70 cargados de grandes producciones (cling, cling, caja), las pantallas se iluminan con obras maestras que llegan de la mano de Alfred Hitchcock (Psicosis -1960-, o Los pájaros -1963- ) o de Roman Polanski (La semilla del diablo –1968- ), y que se convierten en éxitos mundiales y serán los prolegómenos de otras grandes como Tiburón (Spielberg, 1975) o El exorcista (Friedkin, 1973).
Estos son también años importantes para el sobresalto patrio. Destaca el gran maestro del terror psicológico, Narciso Ibáñez Serrador, que se dedicó a acongojar (por no decir otra cosa) a la población española con sus Historias para no dormir desde 1964 a 1982 y dirigió La Residencia (1969) y ¿Quién pude matar a un niño? (1976).
IMAGEN LA RESIDENCIA